jueves, 14 de julio de 2011

Nueva Web

A partir de ahora, seguiré colgando "comentarios y análisis..." en mi nueva web. Además, allí podeis encontrar otras secciones, multimedia, descarga de mis obras...

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lunes, 20 de septiembre de 2010

"HEROICA", sinfonía Nº 3 Op. 55 de L. V. Beethoven


La Sinfonía n.° 3 en Mi bemol mayor Op. 55 de Ludwig van Beethoven, conocida como Heroica (Eroica en italiano), es una obra considerada por muchos como el amanecer del romanticismo musical, puesto que rompe varios esquemas de la tradicional sinfonía clásica. Estuvo inicialmente dedicada a Napoleón Bonaparte.

Historia

Esta sinfonía es una de las obras más famosas de Beethoven, que originalmente pensaba dedicarla a Napoleón Bonaparte (la denominó Bonaparte). La idea de componer una sinfonía en honor del «liberador» de Europa al parecer le fue sugerida por el mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, embajador de Francia en Viena en 1798, o por Rodolphe Kreutzer, violinista al que Beethoven dedicó una sonata. Bonaparte era, con la diferencia de tan sólo un año, un exacto contemporáneo del músico, que no solamente sentía una viva admiración por su héroe, sino que, más o menos conscientemente, había establecido una especie de paralelismo entre sus destinos respectivos.

Beethoven admiraba los ideales de la Revolución Francesa encarnados en la figura de Napoleón, pero cuando éste se autocoronó emperador en mayo de 1804, supuestamente Beethoven se disgustó tanto que borró el nombre de Bonaparte de la página del título con tal fuerza que rompió su lápiz y dejó un agujero rasgado en el papel. Se considera que dijo: «¡Ahora sólo... va a obedecer a su ambición, elevarse más alto que los demás, convertirse en un tirano!». Algún tiempo después, cuando la obra se publicó en 1806, Beethoven le dio el título de «Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo» («Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre»). Este gran hombre era un ideal, un héroe no existente, pero más bien, fue el espíritu del heroismo mismo lo que interesaba a Beethoven. También se ha dicho que Beethoven se refería a la memoria de la naturaleza de Napoleón, que una vez fue digna.

Beethoven empezó a componerla hacia 1802 durante su estancia en Heiligenstadt, y la finalizó entre la primavera de 1803 y mayo de 1804. La primera audición privada se produjo probablemente hacia el mes de agosto de ese mismo año, en casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, a quien finalmente fue dedicada. La primera ejecución en público fue dada en el Theater an der Wien de Viena el 7 de abril de 1805 con el compositor a la batuta.

La Tercera sinfonía fue la primera de Beethoven que se interpretó en París por parte de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio, en marzo de 1828.

Recepción

Los críticos juzgaron la obra «pesada, interminable y deshilvanada». Fue publicada por la Cámara de Artes e Industria de Viena con el número de opus 55 el año 1806, con una dedicatoria para el príncipe Lobkowitz. En su dedicatoria y como subtítulo aparece el nombre Bonaparte.

Algunos consideran que, por la misma causa, una «Marcha fúnebre» sustituyó a la «Marcha triunfal», que constituía el segundo movimiento (y esta «Marcha triunfal», que constituía el segundo movimiento, se convirtió en el último movimiento de la 5ª sinfonía).

La obra forjó la leyenda de Beethoven como defensor de los derechos del hombre, admirador de la Revolución francesa, propugnador de la hermandad entre los hombres, etc.

Movimientos

Como es usual en toda sinfonía clásica, tiene 4 movimientos:

  • Allegro con brio
  • Marcia funebre (Adagio assai)
  • Scherzo (Allegro)
  • Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto)

Allegro con brio

Su primer movimiento comienza con dos acordes de

toda la orquesta que sin más dilación llevan al amplio primer tema, tocado por los cellos, continuado en el primer violín.






Beethoven se anticipa en este movimiento a lo que luego Bruckner haría habitualmente: a los dos tradicionales temas expuestos añade un tercero.

Marcia funebre (Adagio assai)

Viene luego una célebre marcha fúnebre en Do menor, tonalidad enormemente significativa en la música de Beethoven (la misma que la de la Quinta Sinfonía o de la obertura Coriolano)





Scherzo (Allegro)

Luego viene un agitado Scherzo cuyo trío incluye toques de corno que luego se harían casi típicos en las sinfonías románticas alemanas. Haciendo honor al scherzo, es el más altivo de los movimientos y también el más conocido, destacando que es además como una obra insignia del compositor.

Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto)

Para terminar, sigue un Finale en el que se funden la forma sonata y las variaciones tomando como base un tema que Beethoven utilizó en diversas ocasiones (en su ballet Las criaturas de Prometeo, en una de las contradanzas WoO 14 y como tema para las variaciones para piano Op. 35 que por esa razón se conocen como Variaciones Heroica).
















El Theater an der Wien, donde se estrenó la Heroica, a inicios del s. XIX; grabado de Jakob Alt



miércoles, 4 de agosto de 2010

Ante una nueva obra...

Una de las contestaciones de Barenboim en una entrevista realizada por Santiago Chotsourian (Revista Clásica, septiembre 1995).

¿Cómo enfrenta usted una obra nueva? ¿Tiene un método de análisis especial o se maneja de una manera un poco más intuitiva?

Daniel Barenboim: Creo que cada obra y cada estilo necesita un análisis diferente. El primer impulso siempre es intuitivo. Cuando uno ve una partitura por primera vez, antes de poder realizarla, recibe un golpe instintivo y le da esa reacción a lo que está leyendo o tocando. Pero hay que pasar rápidamente a un estado más analítico, porque uno puedo imaginar lo que pasaba en el subconsciente de un compositor; y si bien eso no se puede analizar, sí se puede analizar el resultado objetivo de lo que el compositor escribió. Y luego, la tercera etapa, que es la más difícil e interesante y que a mi entender resulta asimismo imprescindible, es volver a un estado que esté por encima de eso, ya después de la base racional de conocimiento, para reconstruir a través de ese conocimiento un estado intuitivo. Y esto es lo que da la dimensión creativa, es lo que puede diferenciar una ejecución correcta de una recreación.

martes, 16 de marzo de 2010

El "Acorde Tristán"


El famoso “Acorde Tristán”, que aparece por primera vez en el tercer compás del preludio. El acorde consiste en un tritono (o cuarta aumentada), fa y si abajo de do central (do4) y arriba de él, una cuarta: re sostenido y sol sostenido. En este acorde, dice el autor, hay una tremenda tensión interna en busca de una resolución, pero de las cuatro veces que este acorde aparece en los primeros 14 compases del Preludio, sólo se resuelve en la dominante 7ª; un acorde irresoluto de por sí y que clama por una resolución. Y cuando al final se alcanza un acorde estable en fa mayor en el compás 18, inmediatamente es desestabilizado por una nota baja elevándose un semitono medio compás adelante, y así sucesivamente.

Los semitonos son de hecho la clave del nuevo sistema armónico inventado por Wagner en “Tristán” para expresar el anhelo ilimitado del amor romántico. Los semitonos “actúan como un virus; no hay sonido que esté a salvo de ellos y no hay nota que pueda estar cierta de que no variará hacia arriba o hacia abajo”. Los acordes así fraccionados continuamente, reparados e inmediatamente fraccionados otra vez, constituyen una procesión implacable de estados de tensión irresoluta, que corresponde perfectamente en música al deseo mutuo de los amantes, “creciendo inmensurablemente como un resultado de la imposibilidad de encontrarse plenamente”.

http://www.youtube.com/watch?v=fktwPGCR7Yw

domingo, 7 de marzo de 2010

Entierro de Wagner




















Aqui os dejo una espectacular foto del cortejo fúnebre de Wagner por las calles de Bayreuth el 18 de febrero de 1883.

Algo sobre Mahler

La infancia de Gustav Mahler y su vida familiar no fue de las más felices.
Su padre, Bernhard Mahler poseía una taberna y allí era ayudado por todos los integrantes de la familia. De acuerdo a lo señalado por Gustav, su padre era un hombre violento, autoritario, de pésimo carácter y a quien incluso sorprendió en reiteradas ocasiones teniendo relaxiones sexuales con mujerzuelas del lugar.
En cambio, la madre de Gustav era una humilde mujer, dulce y silenciosa, poseedora de un notable refinamiento que le valió el apodo irónico por parte de su irascible esposo de "la duquesa". Vivió una vida solitaria y silenciosa junto a su ma­rido y sufrió con total pasividad los castigos que él solía infligirle en frecuentes momentos de brutalidad. El pequeño Gustav presenció varias de estas brutales golpizas propinadas a su madre.
Años más tarde, estas situaciones traumáticas serían reveladas por Mahler en la famosísima y única sesión psicológica que mantuvo con Freud.
Al año de la vida de Gustav, la familia se trasladó a Iglau, una ciudad-for­taleza ubicada ya en zona morava. Allí el padre debió luchar con admi­rable constancia por el logro de una buena posición. Después de muchos es­fuerzos pudo instalar una taberna, la que junto con una destilería de vina­gre y otros productos, permitieron facilitar la vida familiar. Por fin, en 1873, Bernhard fue designado ciuda­dano de Iglau lo que aumentó su creciente prestigio. Transformado en burgués, dejó al morir una discreta fortuna. Nada de ello en cambio al­canzó a su mujer, la desdichada Marie, quten presenció la muerte de ocho de sus hijos y sufrió la to­tal negligencia y agresividad de su marido a quien sobrevivió apenas seis meses.
En Iglau, Gustav Mahler comenzó a familiarizarse con las canciones po­pulares y la música militar que sue­len infestar sus obras más importan­tes. Es que sin dudas, los hechos de su infancia (en su mayoría de cariz trágico) quedaron estrecha­mente ligados a su sensibilidad. Entre 1869 y 1875, Gustav asiste a las clases del Colegio de Gramática de Iglau pero ya su talento musical se hace notar cuando encuentra un piano en el altillo de la casa de su abuela.
Sus padres deciden llevarlo ante el mítico Ju­lius Epstein, importante profesor del Conservatorio de Viena. Mahler to­có ante él algunas de las piezas pia­nísticas que ya había compuesto en sus quince años de edad. La anécdota del encuentro entre Epstein, padre e hijo, fue con­tada por el propio Epstein en estos términos:

"Me hallaba en Baden cuando me avisaron que un destilero de Iglau, llamado Bernhard Mahler había ve­nido a verme con su hijo. 'Este es mi hijo Gustav que está convencida de que quiere ser músico, sin em­bargo, yo preferiría mandarlo a una Academia comercial o a la Universidad para que después pueda ha­cerse cargo de mi destilería. Pero mi hijo no quiere saber nada de eso', explicó Mahler padre sin mayor en­tusiasmo. Miré al niño que no tenía aspecto de sentirse intimidado y por el contrario daba la impresión de alguien capaz de labrarse su propio destino. Pensé que esa cara exhibía un carácter nada común. Me pre­gunté si podría decidir su futuro mientras lo miraba. 'Qué tarea di­ficultosa' pensé; luego le pedí que tocara algo. Después de unos minu­tos lo interrumpí y me dirigí al pa­dre: 'Señor Mahler, su hijo ha na­cido músico'. Sorprendido y disgustado, el hombre replicó: 'Pero, Señor Profesor, usted acaba de decir que es difícil decidir el destino de un joven, ¿cómo se siente ahora ca­paz de juzgarlo si lo ha oído apenas cinco minutos?'. 'Le aseguro Señor Mahler que no soy tan presuntuoso corno usted cree. En este caso no pue­do equivocarrne. Este joven tiene espíritu, pero no del tipo que usted necesita para encarar el espíritu de su negocio...".

Treinta y seis años después, en 1911, Epstein todavía recordaba la gratitud en los ojos de Gustav.
Uno no puede menos que agradecer desde la distancia al viejo profesor Epstein, quien, con una simple intui­ción favoreció la vida musical de Mahler en un momento crítico de su evolución.
A raíz de lo acontecido fue enviado a Viena para estudiar en el Conser­vatorio. En 1875, Gustav conoció a Anton Bruckner, un hecho que pare­e haberlo conmovido notoriamente y sobre el que se han tejido todo tipo de inexactitudes, las que lleva­ron a muchos críticos antiguos (hay algunos que sobreviven) a comparar sus respectivos estilos. Conviene aclarar aquí cuál fue la relación per­sonal entre ambos hombres. Si bien al comienzo, Mahler se inscribió en los cursos de Armonía que daba Bruckner, no parece haberse sentido particularmente convencido por las maneras simplonas e ingenuas del organista de San Florián, las cuales se extendían a su criterio pedagógi­co. No obstante siempre admiró la maestría de su arte (tan aparente mente opuesto a la personalidad de su autor) y de hecho, realizó una reducción y arreglo (junto con su amigo Krzyzanowski) de la Sinfonía N° 3 de Bruckner. Por el otro lado también hubo marcada admiración y estima, aunque Bruckner se hizo famoso por no escatimar nunca elogios a nadie.

sábado, 6 de marzo de 2010

"Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música". Aldous Huxley